lunes, 2 de agosto de 2010

Enamorados de la vida

Una vez dormí sobre los pasos del baile más astuto.
Una vez vi a un hombre convertirse en artista.
Un hombre que solo sintió.
Se vio y no creyó que el también podía ser admirado.
Y esa vez soñé que podía vivir y de hecho
Giré en el eje del fa y noté el cambio.
Estaba viviendo sin culpa el momento feliz.
Y lo podía disfrutar.
Tenía mi permiso.
El corazón latía por alto parlante.
Se sentía en la respiración agitada,
las sonrisas dirigidas y la salud de las copas en los ojos.
Y una vez dormí,
esa vez dormí en las brasas del aire que se hacía desear.
Y cuando digo dormí, estaba despierta,
un hombre se poseía, no estaba soñando
y en la armónica fuga de miradas
nos vimos tomados por el virus
de la pasión desmedida de vivir.
Cuando él latió, enloqueció y mezcló
hasta estremecer
sus locas inquietudes personales,
la sangre corrió y nos corrió,
y no pudimos parar.
Estábamos viviendo.
Y yo, estuve ahí.

14-02-2010

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